La flota IMOCA de The Ocean Race ya se encuentra en la segunda mitad de la competición y a algo más de un mes para coronar al ganador. La última travesía completada, la de la etapa 4,  ha llevado a los barcos desde Itajaí (Brasil) hasta Newport (Rhode Island-EE.UU.) a través de los doldrums (zona de calmas ecuatoriales). 5.550 millas náuticas que se han traducido en casi 18 días de navegación y que han terminado con la victoria del 11th Hour Racing Team que cruzaba el primero la meta en su ciudad natal. Los barcos navegan ahora rumbo a Europa y está previsto que lleguen a Aarhus (Dinamarca) tan pronto como el lunes 29 o martes 30 de mayo.

Los barcos IMOCA se han enfrentado durante esta última etapa a duras tormentas en el Atlántico Norte, con rachas de viento huracanadas cercanas a los 50 nudos. Un mar embravecido que ha hecho que la ruta se complicara por momentos. Estas condiciones hacen que descansar y dormir adecuadamente sea complicado a pesar del entrenamiento en torno al sueño que realizan.

En los barcos IMOCA la tripulación se compone de 4 tripulantes y un OBR (reportero/a a bordo) y por tanto, se ponen en marcha turnos de guardia que suelen ser de 2 tripulantes despiertos y trabajando durante 3 ó 4 horas a las que siguen 3 ó 4 horas de descanso.

Durante las 3 ó 4 horas de trabajo, el mantenerse en pie buscando el mejor rumbo, tomando decisiones en equipo, los habituales cambios de velas y, en ocasiones, bajo condiciones extremas, resulta agotador con el consiguiente desgaste físico y mental.

Y es que el intervalo de horas de reposo queda lejos de ser un tiempo al uso para la calma y el descanso como cuando están en tierra, puesto que la ‘cama’ es una estrecha litera a la que deben asegurarse para no salir despedidos con los pantocazos que da el barco. Otras veces son las velas de repuesto o los propios macutos o bolsas de comida los que se convierten en camas improvisadas en la embarcación con el objetivo de ayudar a compensar el peso. Además, en esas 3/4 horas de descanso deben también cambiarse, gastando tiempo que varía en función de las capas de ropa que lleven puestas, sin olvidar que además han de comer en ese tiempo. Por tanto, ni siquiera esas tres o cuatro horas son íntegramente para dormir.

Como apunta el Dr. Antonio Moreno Villena, Médico en Quirónprevención, “una falta de descanso continuado puede llegar a repercutir sobre la salud de los regatistas, llegando a afectar tanto a la salud física como a la mental, con diferentes efectos a corto, medio y largo plazo. Por eso resulta especialmente importante que intenten respetar el sistema de guardias”.

Los regatistas se entrenan para seguir este régimen de guardias. Pero para una persona sin entrenamiento las consecuencias para la salud de la falta de un buen descanso se expresan en falta de energía, cambios de humor, somnolencia o empeoramiento de capacidades cognitivas, afectando a la atención, la memorización o la toma de decisiones entre otras.

Además del entrenamiento, de la motivación de los miembros del equipo y la organización del mismo, existe una alternativa que ayuda a que el descanso de pocas horas sea más provechoso, ganando tiempo de vigilia o de productividad… es lo que se conoce como sueño polifásico, que es usado en diferentes actividades y situaciones, pero que ha de ser supervisado por profesionales que sepan manejarlo.

¿En qué consiste el sueño polifásico?

De forma sencilla y resumida, a diferencia de lo que ocurre con el sueño monofásico (el que todos solemos seguir durmiendo de un tirón toda la noche), con el sueño polifásico se busca dividir las horas de descanso en varias fases, lo que permitiría llegar a reducir las horas totales de sueño de forma significativa, llegando a dormir menos horas pero obteniendo un descanso similar. Para ello, existen distintos tipos de técnicas que deberán de ser adaptadas a las características propias de la actividad y de los períodos de actividad – descanso de la misma.

Pero si bien, este tipo de sueño parece presentar ventajas en cuanto a “ganar tiempo de actividad”, en la vida cotidiana, aquellos que lo practican aseguran que una de sus grandes desventajas es el aburrimiento y lo difícil, o casi imposible, que resulta compatibilizarlo con una vida social tal y como la conocemos. Además, el Dr. Moreno aseguran que este tipo de sueño, realizado sin supervisión, puede ocasionar un incremento en el riesgo de padecer trastornos como obesidad, hipertensión arterial, depresión, cardiopatía, diabetes, ansiedad y apnea obstructiva, entre otros. El uso de estas “técnicas” puede ser necesario en algunas ocasiones, pero no son recomendables en condiciones normales y para la población en general, si no se cubren las necesidades básicas y fisiológicas de descanso y sueño individuales para cada persona y, sobre todo, si no está supervisado por profesionales expertos en el tema.